lunes, 30 de septiembre de 2013

Mi salida

Cuando me siento ante peligro, cuando necesito meditar, descontaminarme de los demás; cuando necesito estar sólo conmigo misma, dejando de lado las voces que en conjunto lo único que hacen es perturbarme, suelo ir a la costa verde, a mirar el mar, estar quieta, simplemente observando, observar lo maravilloso que es.

De noche suele ser más bonito, está calmado y no hay personas, suele estar tranquilo y callado. El ambiente perfecto  para escuchar la única voz que necesito, la mía.

Y es que el día a día puede llegar a abrumarte, necesito un tiempo para mi sola, un momento en el que pueda pensar en lo que he hecho; un tiempo para caminar con la brisa tocando mi rostro, pese al frío, pese a lo lejano que está de mi casa; es un lugar en donde encuentro lo que necesito, mi tranquilidad, mi paz.

El ambiente se vuelve cargado, ir a ver el mar se vuelve casi necesario; y es que combina todo los elementos necesarios para crear un ambiente casi perfecto, donde puedo observar el mar, respirar hondo, echarme en la arena y ver el cielo, totalmente oscuro, casi no hay ruido, sólo el de las olas. Y el horizonte se divisa tan incierto ya que sólo hay oscuridad.

Es lo más cercano a la perfección que he conocido.

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