Mi invierno es más que una temporada, va más allá de lo que el frio pueda contribuir a una estación, es básicamente un estado de animo que con el tiempo se volvió permanente.
La belleza de mi invierno envuelve incertidumbre, sentimiento de atracción por lo desconocido que al mismo tiempo ya conozco; así de interesante es.
Mi invierno me ha enseñado a entregarme, a dejar de querer controlar y soltar hacia lo desconocido. Permitirme soltar me da espacio para darme la oportunidad de sanar, para conocerme, para redescubrirme y sentirme viva.
Así como el invierno, sé que vendrán las demás estaciones, entre ella el verano y la primavera, pero el sentimiento melancólico que me da el invierno junto con el otoño, es una experiencia hermosa; me enseña cada que ocurre; y siempre es diferente porque ninguna situación o contexto es igual, tengo la oportunidad de aprender.
Abrazar mi invierno, aceptar la situación, afrontar los problemas y todo lo que conlleva, pasar por ello me hace la persona que soy cada dia. Enfrentar mi presente es ser consciente, coherente y consecuente con lo que hago.
Mi invierno me ha enseñado a confiar, o a tratar de hacerlo. No es fácil, pasar por estos procesos jamás lo es pero a lo largo de mi vida, mis experiencias me han enseñado que sin confianza ningún lazo se puede forjar, la confianza es indispensable.
La vida puede ser irónica, misteriosa, compleja pero he ahí lo interesante, que siempre te coloca diferentes escenarios para que pueda afrontarlos, aún así sientas que no los necesites.
Confia. Cree. Aprende.
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