domingo, 8 de febrero de 2015

La vida, un constante cambio

De pronto llegó, me agarró desprevenida, no había mirado el reloj en 10 minutos.
Me eché en el pasto, y cuando lo hice, pude ver el cielo. Las nubes de lima no tienen forma, es más, podría decir que es difícil ver nubes en Lima; pero ese día si las vi, sin forma, pero las vi.
El árbol junto a nosotros era alto y proporcionaba buena sombra, así también derramaba hojitas pequeñas color amarillo y verde,  la estación ya estaba cambiando. Yo también lo sentía.

Un mes más del año, un mes menos para el próximo.
El tiempo pasa y no se puede detener.

Él hablo, dijo algunas cosas que no escuché, no por falta de atención, sino porque sentía que las nubes estaban empezando a tomar forma y eso era muy importante.
Después de un rato me senté, miré sus ojos, habían cambiado, no eran como antes, o tal vez yo había cambiado. Dentro, en el fondo, pude ver un lugar donde podía expresarme, no quería llorar, odiaba hacerlo, odio hacerlo.
Pero ¿Por qué no hacerlo cuando hay tantas razones? o ¿Por qué hacerlo? ¿Con qué fin?
Me contuve, respiré profundo y cambié de tema, como de costumbre, el nudo en la garganta desapareció y volví a hablar normal.

Quería decirle tantas cosas: que me sentía mal, que me había ido mal, que los días de la semana no transcurren con normalidad e incluso que había perdido el significado de la palabra "normal", que me sentía perdida y cada vez que trataba de encontrarme conmigo misma, me perdía más. Que la comida no sabía igual, que el otro día fui a la librería y no encontré el libro de mi autor favorito y eso en serio me destrozó. Que me levanto a las 3 :21 am sin saber el motivo, que cambié de escritorio y hasta que me compré una nueva pijama. 

En el transcurso de mi silencio, él decidió hablar, habló y habló.
Después de un rato y tras hablar de temas como la sociedad de hoy en día y el significado de "romanticismo", me puse a llorar.

Entre tantas cosas por el miedo.
-¿Te has puesto a pensar en la muerte?, ¿Cómo sería? ¿Y si pudieras elegir una manera de morir? ¿cuál sería?.
Nos sentimos mal estando vivos, tenemos tantas maneras de pensar y tan pocas de actuar que termina siendo incoherente en todo sentido.
En ese momento me puse a pensar, ¿Para qué demonios tener miedo si al final todos moriremos?  ¿Para qué nacer?
Nadie tiene la vida comprada, si estás vivo hoy es por una cadena de eventos que te dieron consigo un día más de vida.
La pregunta se va volviendo cada vez más difícil cuando nos damos cuenta que la gente que alguna vez quisimos ya dejó de existir, algunas muertas y otras vivas, pero dentro de nosotros ya no existen.
Tal vez momentaneamente, tal vez para siempre. Y duele, duele.

Pero la vida es eso, un constante cambio.
Al final no se pierde a nadie. La persona que murió, simplemente tomó un camino más cercano el cual todos llegaremos a tomar. Y una parte de ellos siempre estarán con nosotros.

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