viernes, 24 de octubre de 2014

Los años maravillosos

Hay algunos vacíos que no se pueden suplantar, ni llenar, menos reemplazar, pese a que se quiera, pese a que se haga el mejor esfuerzo. 

Mi madre solía hacer de todo cuando era pequeña, puedo decir con mucha certeza que tuve la mejor infancia, aun así tenga 20 años puedo decir que fue y será la mejor época de toda mi vida, no porque mi madre me haya dado toda las facilidades para hacer lo que quiera, porque en efecto así fue pero siempre advirtiéndome de las consecuencias de los actos que podía llegar a realizar, sino porque estuvo llena de varios sentimientos y el que predominó, sin decir que fue el único momento de mi vida en el que lo sentí de verdad, fue la felicidad además del sentimiento de libertad. 

Admiro mucho a mi madre, mujer luchadora desde cualquier ángulo que se la vea, además de tener una belleza física tiene una belleza espiritual  increíble y no lo digo yo porque sea su hija, sino porque puede llegar a calmar a la persona más alterada, no discutiendo, no gritando, sólo hablando, y es que posee una voz capaz de calmar al ser más alterado, siempre con las palabras exactas, cuando era pequeña solía decir cosas que no entendía, como por ejemplo "crecer duele",   conforme fui creciendo comprendí.

Extraño esos días en los que mi mamá llegaba del trabajo y yo corría para saludarla, le preguntaba todo lo que había hecho y ella también a mi, después de que terminaba siempre le decía, "Ma cuéntame todos tus problemas, yo los solucionaré", mi mamá sólo me miraba y sonreía. Yo sólo tenía 5 años.
Solía pensar que podía arreglar todo lo malogrado, reparar todo lo roto con el simple hecho de volver a unir las piezas, curar al  enfermo y si no podía aliviar sus males físicos, aliviar sus males espirituales; sigo pensando eso, tal vez lo primero no tanto pero lo último sí.
En el transcurso de esos años, para mi considerado los años maravillosos, fui desarrollándome como persona, aún me acuerdo de todo, los fines de semana yendo al curso de ingles por la mañana, ir a comer pollo a la brasa y jugar toda la noche hasta que cierren los juegos mecánicos. Mi madre se desvivió por mi y yo recién me di cuenta cuando cumplí 15 años. Me di cuenta que no estaba en la obligación de hacerlo, pese a todo, al cansancio de la semana, del frío de la noche y del  stress de ser madre soltera tanto en el rol de madre como de mujer. Pese a que pudo hacer varias cosas ella decidió estar conmigo, se quedaba a mi lado, en los momentos malos, en los buenos, en las actuaciones, en la entrega de libertas, en las olimpiadas del colegio, en la Kermesse, estaba conmigo cuando me enfermaba y cuando estaba con fiebre se ponía al pie de mi cama, me agarraba la mano y me cantaba la canción de cuna que siempre me cantó cuando era bebé...

Virgencita de todos los niños 
que estás en los cielos 

rogando por mí, 

si algún día 

tu hijita no es buena 

cógela entre tus brazos 

y entretenla en ti.

Por las noches 
cuando esté dormida 

ven junto a mi cama 

ven y cuídame, 

y en tus mantas 

de nubes y estrellas 

con mucho cariño 

acurrúcame.


Me acuerdo de esas épocas, me acuerdo de la calma, de lo fácil que era hacer las cosas, del buen ambiente que se vivía, me acuerdo de las noches de película y de las salidas con mi mamá. Me pongo a pensar y saco como conclusión que ella era sólo una mujer de 36 criando a una niña de 5 años, tenía miedo, pese a todo, al no saber como ser madre se atrevió a hacerlo y puedo decir que no lo pudo haber hecho mejor.
Mi madre se desvivía y al mínimo problema acudía a mi, no se complacía con que este bien sino que me olvide de lo malo y piense en cosas mejores.

Pese a todo había algo que todos los años no entendía, siempre en Junio, cerca de mi cumpleaños, el tercer domingo de Junio de cada año para ser más exactos. El día del padre.

Solía hacer los arreglos para el día del padre, era una especie de tarea obligatoria que se hacen en los colegios, de la cual estoy en contra, no porque odie a todas las figuras paternas sino porque hay casos en los que no hay a quien dárselo, como en el mío. Aún me acuerdo del rincón de la biblioteca, de la bolsa de plástico transparente donde solía meter todos los arreglos que hacía, cada uno con un mensaje diferente y año tras año era más confuso ya que nos hacían escribir mensajes afectivos hacia nuestro padre, llegada la hora no sabía qué escribir, no escribía nada o escribía cualquier cosa, pese a que era pequeña no me gustaba hablar de eso. Llegué a escribir desde mensajes cortos como un "Te quiero Papi" hasta crear un poema, ponían imágenes de súper héroes sólo en la fecha del Día del padre, y cuando lo hacían yo sólo pensaba en mi madre y en lo increíble Papá y Mamá que era a la vez. 
Cada año llegaba del colegio y lo ponía en la misma bolsa transparente en el rincón de la biblioteca. No suelo pensar mucho en eso, supongo que debo borrar algunos recuerdos, después de todo, mi papa renunció a mi cuando yo ni siquiera tenia conciencia o memoria.

Pese a que no tuve la figura paterna en los años de mi infancia le agradezco a mi madre no por poner el 50, ni el 100% sino el 1000% de cariño que debí de recibir, la dedicación y esfuerzo constante, no por uno ni dos años sino por 12 años, hasta que mi papá decidió venir a vivir con nosotras.

La ausencia de la figura paterna durante una etapa formativa como la infancia suele dar como consecuencias varias características en el futuro a una persona. No sólo hablo por mi, sino por personas con las que he hablado que han pasado por lo mismo. Y es que como dije en el inicio "Hay algunos vacíos que no se pueden suplantar, ni llenar, menos reemplazar, pese a que se quiera, pese a que se haga el mejor esfuerzo" quiero mucho a mi madre, la admiro por todo lo que ha hecho pero conforme fui creciendo me di cuenta que esa figura que debió de darme su protección, su cariño, afecto y amor no estuvo conmigo, se alejó, huyó, se fue y a decisión propia.


Suelo ser muy reservada con mis cosas y no suelo confiar en las personas tal vez por ese motivo, me sientía desprotejida, hablo en el pasado porque ahora ya no tanto, me es difícil entablar amistades y no confío en los hombres, siento que todos mienten, te hacen daño y después se van, sé que no es de esa manera, sé que existen personas diferentes, excepciones, pero prefiero mil veces prevenir que lamentar, tal vez por eso me relaciono poco o casi nada con las personas. Pero no puedo, no puedo confiar se me hace casi imposible, las personas critican esa parte de mi pero no puedo.

Suelo ser insegura, nada cariñosa; desconfío mucho por no decir que no confío en nada ni en nadie; suelo medir a las personas un montón no por querer saber hasta donde pueden llegar sino para cerciorarme que cuando los necesite, ellos estarán para mi, como yo lo estaría para ellos. Suelo molestarme fácilmente;  cuando algo no me gusta simplemente me callo, espero que todo se acumule y me alejo o termino explotando de una manera inadecuada. Alejo a las personas de mi, suelo dejarlas antes que me dejen para que de esa manera no me duela cuando ellos lo hagan conmigo.

Sé que mi forma de actuar está mal y tal vez, sólo tal vez deba cambiar, pero después de todo ¿Qué le puedes pedir a un corazón inseguro? ¿De qué manera? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo empiezas? ¿Qué le dices? ¿Qué más sigue? y después de eso ¿qué? ¿te vas? ¿como los demás? ¿como él?

Quizás algún día cambie, quizás algún día confie en todos, quizás algún día se irá el miedo constante, quizás algún día vuelva a sentirme como cuando era pequeña, vuelva la tranquilidad, la calma, la felicidad y el sentimiento de libertad. 

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