lunes, 27 de octubre de 2014

Soledad

Soledad, eso es.
Hay muchas, por no decir varias maneras en las que me siento sola. No hablo de la soledad de compañía, de la soledad física; sino la soledad del alma, del espíritu. Hablo de la soledad que más duele, la soledad del pensamiento, de la palabra cuando hay dolor, del cariño ante la adversidad, de la comprensión en épocas duras y del aliento cuando estás apunto de dejarlo todo, absolutamente todo.
Duele sentirse sola, es difícil cuando puedes estar rodeada de personas, pero ninguna de ellas te comprende o ninguna de ellas te acompaña en espíritu, te sientes dolida y excluida.
Duele sentir como la gente cambia. Como cambian para mal y no para bien, como cometen actos sin pensar en el mañana o en las consecuencias de sus actos, como pueden llegar a causar dolor a quienes los rodean, a quienes más los quieren. Duele porque la gente sólo piensa en "están creciendo, eso es madurar" pero nadie entiende a lo que refiero, mi punto de vista. 
Me he puesto a pensar la razón o el por qué la gente cambia o llega a cambiar, o tal vez por qué se quitan la máscara puesta por tanto tiempo; tal vez deba de agradecerles el mostrarse como son en realidad; tal vez esa sea la forma correcta para así terminar todo tipo de relación y no continuar y encariñarme más con esa persona.
¿Y si tal vez yo también he cambiado? me aterra la sola idea de pensarlo, de haberme convertido en lo que siempre odie, en alguien desconocido, en alguien que no soy yo.
Mi compañera y/o amiga de adolescencia ya no está. Se fue, y por tonterías que ella ni yo supimos arreglar, tal vez porque ella no quiso, tal vez porque yo estaba muy dolida, tal vez porque hubo una falta de comunicación inmensa, eran tantas las voces que no pudimos escuchar las nuestras. Tal vez trataba de protegerme y no quise escuchar, tal vez ella nunca se disculpo de la manera correcta, tal vez ella nunca me buscó, tal vez yo esperé demasiado, tal vez esa herida jamás sane, tal vez yo sigo hablando de lo mismo. Siempre me pongo a pensar en los mil y un panoramas que hubieran pasado; pero que no sucederán.
Me pongo triste y pese a que esté rodeada de gente siento varias veces, por no decir la mayoría de tiempo, que mis únicos fieles compañeros en las malas fueron y siempre serán un lápiz, un papel o alguna computadora a la mano donde pueda plasmar mis ideas, pensamientos; donde puedo ser yo sin que nadie me juzgue, donde nadie me pueda callar porque escribo al compás de mis ideas. Me doy cuenta que mientras más pase el tiempo me voy sintiendo más sola.



Entonces me doy cuenta que puedo ser Yo siempre y cuando haya un lápiz, papel y una taza de café caliente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario